Saturday, February 10, 2007

Revolución

Por Sergio Rosales

La embargadora confusión yace a hojarcadas sobre tus hombros, la violencia rige, su aliento te quema y embriaga la percepción. A tu lado aquél, el de la expresión bruta, dispuesto a seguirte a través de los recovecos por donde le lleves. ¿Dónde está aquel clamor, gritos reinantes del infierno, y sus habitantes anónimos de siluetas grises? La penumbra ha abdicado y el colorido del ambiente enceguece al guía. Los cercos rotos: es la revolución, y tú, Virgilio, te preguntas cómo guiar al tímido preguntón. Fracasarás, el orden agoniza y con él la claridad de tu discernimiento. Con mente nublada tambaleas por callejones jamás vistos, los colores desgarran el castigo y la ruidosa felicidad se halla por doquier. La masa de almas es homogénea, no hay diferencias: el espacio es uno mismo. La fatua solemnidad expira y su verdugo aparece en la figura brillante de la risa: una risa macabra llena de furor maligno que penetra en las entrañas carcomiéndote. Acéptalo, perdiste. El tiempo se niega a sí mismo, el cielo no se distingue: es la monotonía del cambio, la bravería del placer. La Bestia disfruta de una Beatriz no menos voluptuosa que Helena; a su lado la Luz divina se merma bajo las sábanas con que se cubre apelotonándose en los brazos de una ramera, ¿qué importa ya? Los cercos se han roto; de los planetas celestiales no sobresale la luz ya dispersa en un todo delirante, arrebatador. Las almas se mezclan en un torbellino colérico de gritos, aullidos y abrazos. Estás sorprendido, paralizado: sé parte. Deseperado sacudes tus sudorosas sienes y el relámpago del horror rasga el espacio, que es uno mismo: el laurel que adornaba tu cabeza tornóse en una colgante nariz roja y ojeras azules. Abandona tu delirio, no eres el poeta sino una marimonda más en el carnaval de Barranquilla.

1 comment:

Carlos Mario Soto said...

¿vieron? se los dije, la palabra clave era ramera. El man se rebusca cule cuento pa poner ramera impunemente, jeje.