A veces me pongo a pensar que tan real es al nostalgia que nos embarga, a algunos más a algunos menos, a todos aquellos colombianos que vivimos en el exterior.
Es ya un lugar común que los colombianos que por un motivo u otro, llámese estudios, trabajo o un mejor porvenir, han salido del país del sagrado corazón vivan en un recuerdo constante de una patria idealizada.
Partiendo de esto, nos encontramos que según la zona de la que procedamos recordaremos comidas como el pescado frito, el patacón, la bandeja paisa, el ajiaco, el sancocho y muchas muestras más de nuestra extensa gastronomía. También recordamos frutas como el nispero, la maracuya, la guanabana o la pitahaya; dulces como el arequipe, el bocadillo veleño, el dulce tres leches y todos los dulces de frutas y que decir de los que se dedican (me incluyo, nos dedicamos) a recordar la cerveza aguila vestida de novia, un trago de aguardiente antioqueño o un roncito viejo de caldas sentado con los amigos.
Por ahora ...chin chin ...hago un brindis por Llorente y su florero
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